Vectores del Cono Invertido

Cono Invertido

El Grupo Operativo, tal como le hemos descripto, es una técnica, un dispositivo que Pichón usa para denominar a los grupos que nacen en un ambiente de “tarea concreta”.

Alrededor de 1.945 ante el cese total del personal de enfermería del hospicio, Pichón se encuentra ante una situación determinada, una necesidad que requirió de una solución alternativa y operativa, que él mismo piensa al interior de una situación grupal. El grupo operativo.

Los mismos se describen como grupos centrado en la tarea, ya que implementarlos es poner la mirada en la relación “sujeto – grupo”, verticalidad y horizontalidad, dando así lugar central al “proceso” del grupo en relación a la TAREA. La técnica apunta a posibilitar un “aprendizaje” de carácter grupal, a partir del aprendizaje personal, lo que podría ser pensado también en forma inversa. Esta posibilidad de pensamiento nos permite definir al aprendizaje, al desarrollo de la tarea en el ámbito del grupo operativo, como una relación dialéctica mutuamente modificante de los integrantes del grupo entre sí , en una praxis permanente en relación con el medio: el grupo.

En qué consiste la técnica del grupo operativo? en hacer explícito, lo implícito. En trabajar desde lo manifiesto para llegar a lo latente, en el acontecer de un grupo en cuestión; a partir del movimiento espiralado que se produce en la dinámica, en el proceso.

Es la tarea, entonces, el abordaje del objeto de conocimiento de manera explícita, el entendimiento de la teoría previa expuesta antes de la reunión grupal, durante el cual se presentaran ciertas dificultades. Las mismas se relacionan con la comunicación y en cuanto a la manera de abordaje de dicho objeto. Estos obstáculos que emergen de lo teórico propiamente dicho, son los obstáculos epistemofílicos, que ponen de manifiesto lo que Pichón llamó “miedos básicos”.

Los obstáculos se manifiestan como una “resistencia” al cambio, una negación ante la nueva propuesta de aprendizaje, y transformación. Siendo nuestros objetivos, como profesionales de la psicología social, ser promotores del cambio, es que la implementación del dispositivo, del grupo operativo, habilitará la posibilidad de hacer explícitos los miedos y proponer retrabajar sobre ellos para superarlos.

Pensar el por qué de estas resistencias que aparecen ante la nueva situación de aprendizaje, es pensar “Qué significa el cambio” para cada uno de nosotros como sujetos. Los miedos básicos, son dos, el miedo a la pérdida y el miedo al ataque. La aparición de una nueva posibilidad, de una situación que desconocemos por poco cotidiana o innovadora, genera en cada uno de nosotros: el miedo a la “perdida” está relacionado con el temor a la pérdida de los instrumentos, las formas, conocidos que tenemos y utilizamos para ver y conocer la realidad. Con estos instrumentos nos sentimos seguros y capaces de continuar en nuestro aprendizaje.

El miedo al “ataque” proviene de los sentimientos de temor que se producen ante la des instrumentación vivida, la vulnerabilidad se acentúa ante la posibilidad de ser atacado por lo desconocido, quedando sin posibilidades de adaptación.

El miedo a la pérdida es el sentimiento de angustia por las herramientas que se pierden, el temor al ataque, el sentimiento de sentirse indefenso ante lo nuevo del medio: la tarea, resolver las situaciones estereotipadas (fijas, repetidas) que surgen y se intensifican ante la situación de aprendizaje. Nos enfrentamos con algo nuevo que hay que aprender, lo que implica que algo hay que abandonar. Cuando se está en el proceso de aprendizaje, surgen los obstáculos epistemofílicos, en relación a lo inconsciente, a aquello que está latente y sólo se manifiesta ante lo explícito, la tarea de reelaboración de conceptos teóricos.

En la dinámica grupal, contribuyen a la tarea todos los que están comprometidos en el grupo, cada uno desde su experiencia personal, por su forma de ser y la interrelación que se da ante ellos, se logra en un momento dado un pasaje de la situación estancada, de miedos, a la etapa de movimiento o dialéctica.

En ese movimiento dialéctico de indagación y esclarecimiento es que se puede avanzar de lo explícito a lo implícito. Lo explícito es lo que vemos, lo manifiesto y a partir de ello es posible pensar y trabajar, para llegar a lo latente, lo implícito. En este lugar implícito se encuentran los miedos básicos que operan como resistencia.

A partir de sus experiencias grupales, Enrique Pichón Riviere, observa la presencia de ciertos fenómenos, o situaciones redundantes. Al ordenar y repensar los mismos, surge lo que conocemos como es “esquema del cono invertido”. Que constituye una escala de evaluación de la interacción, del proceso grupal en un momento determinado, en un aquí y ahora. Este método de evaluación es operativo porque posibilita la evaluación del proceso para evaluar el aprendizaje, es decir dar cuenta de los cambios, las modificaciones cualitativas, en relación a la forma de vincularse de los sujetos del grupo.

Este esquema es representado por un cono invertido recorrido en su interior por una espiral, y atravesado por los siete vectores descriptos por Pichón. Los vectores son un concepto que la psicología toma de la matemática y la física, utilizado para representar las fuerzas con una dirección, un sentido y una intensidad. Se puede pensar que el cono es la representación de un campo de acción, donde a partir de las variables de análisis que son los vectores, es posible dar cuenta de cómo circula el intercambio entre los sujetos, y pensar tácticas de acción futura.

Este esquema puede aplicarse en relación a cualquier situación grupal, donde la evaluación de la interacción es importante y valiosa para pensar una estrategia de acción, para acompañar e incentivar el aprendizaje, o apropiación instrumental de la realidad para transformarla.

Los vectores que Pichón describe son: la afiliación, la pertenencia, cooperación, comunicación, aprendizaje, cooperación y telé. Los vectores están ordenados de manera tal que aparecen en forma cronológica y continuada, aunque no continua, pero sí en relación dialéctica.

En la materia Psicología Social, trabajamos sobre la comunicación y el aprendizaje, aquí desarrollaremos aquellos que marcan las diferencias en el estar en el grupo, por parte de los sujetos en cuanto al proceso del grupo.

AFILIACIÓN – PERTENENCIA:

Podemos definirlos en cuanto al “grado de ligazón que los integrantes tienen entre sí y con la tarea”. Es decir hacer referencia a la cohesión grupal.

Si recordamos los conceptos de serie y grupo, descriptos por J.P.Sartre, podremos decir que la afiliación se da en los momentos en que los sujetos aun se consideran “no” significativos entre ellos, la afiliación corresponde a un incipiente sentimiento de pertenencia, y va desde el momento de alteridad hasta la instancia en que algo de la identificación aparece aunque aun de bajo compromiso. Los otros no son totalmente indiferentes, pero todavía no son particularmente significativos.

Podríamos ejemplificar este vector, pensando en el momento en que un sujeto se “afilia” a un club de futbol donde comienza a asistir periódicamente. En un primer momento desea asistir, lo hace con cierta distancia, tratando de reconocer el lugar y a los demás asistentes, poco a poco logrará ir reconociéndolos por sus nombres o su desempeño y comenzará a sentir el deseo de asistir y ser parte del grupo con el que se identifica.

Si fuera posible utilizar una escala para medir estos vectores, la afiliación correspondería al “cero” como ausencia total de relación entre los integrantes. Así esta escala llegará a su punto máximo cuando el grupo se observa en estado de “aglutinamiento” e indiscriminación.

Siguiendo esta línea, la pertenencia implica un grado mayor de cohesión, de identificación con los otros. El objetivo es que los sujetos sean capaces de integrarse al grupo, planificar las acciones para concretar la tarea, ser parte del proceso grupal.

Podríamos pensar la pertenencia en etapas en relación a los organizadores grupales Tarea y Mutua representación interna. En la primera etapa, el grupo es vivenciado como impacto, por la co-presencia de la mirada de los otros. La situación de desconocimiento produce un elevado nivel de desconfianza, provocando resistencias que se manifiestan como imposibilidades de comunicarse, de parálisis o disociación como mecanismos para controlar la ansiedad. Es una etapa de autocentramiento, es decir el sujeto se encuentra mirándose a sí mismo y vive al grupo como preexistente, es decir como una “formación” previa a su llegada, sin sentirse parte del proceso de construirlo. La mutua representación interna, aun no existe y los roles no son claros, salvo la presencia del líder.

Una segunda etapa, se caracteriza por el inicio de la integración, donde la situación grupal es más conocida y los acercamientos se dan por subgrupos, hay mayor familiaridad entre los sujetos y comienzan a gestarse alianzas. Los mecanismos de control aún se observan, de manera menos extrema, y tomando la forma de enunciación de reglas o normas de funcionamiento. Si bien en la etapa anterior las necesidades son comunes (no en común, con los otros) es en esta instancia donde pueden ser escuchadas las necesidades del otro y registradas por lo menos como parecidas a las propias.

Todo esto pone de manifiesto cierta cohesión mayor, se vislumbra la “ilusión grupal” expresado en cierta euforia y con frases como “estamos muy bien en este grupo” “somos el mejor grupo” etc. Surge la posibilidad de un proyecto grupal, aumenta el compromiso y la autonomía, los sujetos del grupo van reconociendo sus potencialidades y limitaciones y así va conformándose la mutua representación interna.

La tercera etapa, a partir de la interacción sostenida, es el momento del fortalecimiento del proceso, y a partir del proyecto dar cuenta y trabajar sobre la “finitud” del grupo. Hay una imagen grupal de cada uno “síntesis policéntrica”, las necesidades han sido puestas en común, son necesidades compartidas y la tarea redefinida y asumida desde el mayor compromiso y protagonizada por los integrantes.

Podemos afirmar que junto con la integración se debe producir la desilusión y posibilitar un proceso de discriminación en el que cada uno se reconozca como sujeto portador de características diferentes, que en pos del aprendizaje logrado podrá llevarse consigo al momento que el tiempo grupal llegue a su fin.

COOPERACIÓN:

El aporte individual hecho a la tarea grupal, consiste en una contribución que se establece sobre la base de roles diferenciados.

En el planteo tradicional de la formación, hay un grupo o un sujeto que enseña y un grupo que aprende. La utilización de la técnica de Grupos operativos, propone desterrar esta dicotomía para asumir otro planteamiento del proceso de enseñar-aprender. Este reajuste en la manera de encarar la situación genera miedos y ansiedades que obstaculizan la tarea. Desde la psicología social apuntamos al proceso de aprendizaje mutuo y recíproco, a la relación dialéctica entre los sujetos desde el cual cada integrante puede reconocerse en sus conocimientos simples, para conformar juntos el pensamiento complejo como construcción científica. Es un punto clave, aquel en el que es posible admitir que “no sabemos”, sea desde los integrantes o desde el equipo, es manifestación de la posibilidad de renuncia a la omnipotencia del saberlo todo y reducción del narcisismo. Es la adopción de una actitud de indagación y de reconocimientos de los otros como importantes en mi proceso.

Lo importante en el camino del conocimiento y proceso grupal no es disponer de toda la información en relación al contenido temático o académico, sino poseer instrumentos para resolver los problemas propios de la interacción en el campo dinámicos de los grupos. Ante esta falta la interacción y COOPERACIÓN entre los sujetos permitirá aprehender esta instrumentación a partir de los aportes de cada uno y la construcción de una síntesis grupal, en intercambios problematizadores y no dilemáticos.

PERTINENCIA:

Consiste en la posibilidad de que el sujeto se centre e incluya en la tarea prescripta, y en el esclarecimiento de la misma. Esta situación es posible cuando los integrantes dan cuenta de un sentimiento de utilidad, y de centralidad sobre el trabajo a realizar de manera colectiva y cooperante.

La pertinencia será posible cuando la pertenencia y la cooperación se instalen, reconociéndola como parte necesaria del proceso de aprendizaje, vehiculizado por la comunicación. El código común en proceso de construcción o ajuste, da cuenta de la interrelación de los vectores al interior del acontecer del grupo.

TELÉ:

Es un término que Pichón Riviere toma de la conceptualización de Jacob Moreno, que expresa la disposición positiva o negativa para trabajar con cada miembro del grupo. Asi va generándose el “clima” grupal y se fundan los fenómenos transferenciales, que operan entre los integrantes en relación al equipo de coordinación. Uno de los objetivos del dispositivo es que cada integrante pueda hacerse cargo de las situaciones transferenciales que se tejen y sus efectos.

No debe confundirse la telé con la cooperación, la primera es una predisposición, ligada la primera impresión que el otro produce en mí. Mientras que la cooperación es el aporte efectivo para la concreción de la tarea. Aunque es válido destacar que si se produce la telé negativa la tarea se verá obstaculizada. Sin embargo una telé positiva, no garantiza un mejor rendimiento grupal, ya que el clima afectivo y cordial que ésta instituye, alberga y coexiste con las ansiedades y los miedos que también se manifiestan como resistencias.

Además de estos vectores Pichón describe la presencia de otros “universales grupales” o situaciones universales que rigen la vida de los grupos, y se tornaran operativos cuando, desde el equipo de coordinación, puedan ser captados, puestos a trabajar y pensados para la realización del proyecto grupal.

Fabiana Rodriguez.

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